La flexibilidad y movilidad que exige el ambiente profesional hoy día requiere la interacción de nuestros dispositivos de comunicación para mantenernos informados en todo momento.

Solemos contar con varios ordenadores personales tanto fijos como portátiles así como nuestro móvil y Tablet para el uso continuado.

Los sistemas más comunes que se ofrecen son Windows con Office, Outlook.com y OneDrive así como Google con GoogleApps, Gmail y GoogleDrive. También Apple se apunta con su iCloud interconectando sin problemas sus dispositivos iPhone, iPad e iMac.

Ninguno de los sistemas está totalmente cerrado puesto que existen soluciones como Outlook para Android, Office para Mac o iCloud para Windows. Sin embargo la interconexión de sistemas no es tan fácil como los anuncios de los fabricantes nos intentan mostrar. La palabra del “Todo funciona con todo” es, como mínimo, exagerado.

Si se requiere realmente una funcionalidad 100% garantizada es recomendable crear las bases en un solo ambiente y decidir los dispositivos en función de las soluciones de conectividad ofrecidas.

En la mayoría de las oficinas suele estar presente Microsoft Windows y alguna versión del paquete de ofimática “Office” de Microsoft. Este incluye Outlook como gestor de correos, calendario, contactos y tareas. Microsoft ofrece desde siempre el sistema Exchange como entorno de información y trabajo compartido. Sin embargo su instalación hasta ahora era caro y laboroso requiriendo a personal cualificado para su mantenimiento.

Aquí ha habido un gran cambio con la salida de los servicios de Outlook.com, Office365 y Exchange online. Con solo unos pequeños cambios de configuración todo lo que pueda llevar un Outlook es capaz de disfrutar de los servicios de sincronización. Como dispositivos se ofrecen todos los PCs, portátiles y tablets con sistema operativo Windows y Office instalado. También el mundo Apple es totalmente compatible al existir Office para Mac así como Outlook para iPhone e iPad. Problemas hay en la integración de móviles con sistema operativo Android. Tanto el cliente de correo interno como el Outlook para Android no son totalmente fiables y suelen dar problemas de latencia sobretodo en la sincronización de calendarios y contactos.
Buenos y recomendables son los móviles con Windows Phone que a pesar de su mala reputación son unos excelentes teléfonos. El problema más grande que tienen es la limitada oferta de software para ellos. Pero si se busca una herramienta de trabajo y la búsqueda de Pokemon no es de vital importancia – es una perfecta y económica alternativa a tener en cuenta.

Otro gran auge se observa en el entorno de los Apple. Son unas verdaderas bestias de rendimiento y fiabilidad con un diseño extraordinario. Sin embargo su elevado precio hace que sean maquinas reservadas para el uso personal / familiar o dentro de las empresas para los cargos más bien altos. En el entorno de Microsoft son elementos de fácil integración puesto que desde siempre existe todo tipo de software de ofimática desarrollado por el mismo Microsoft para el uso en Mac e incluso en según qué caso es más económico el mismo software para Mac que para PC. Viceversa se ofrecen también los servicios del iCloud con la garantizada calidad de Apple para los PCs de toda la vida.

Nos queda el sistema operativo más usado en teléfonos móviles en todo el mundo – Android.
Suele integrarse muy bien en el entorno Apple y Google y es este último la base recomendable para integrarlos en una estructura de Windows. Los servicios de Google son perfectamente usables desde el navegador web o la G-Suite y desde nuestra experiencia es la mejor opción aprovechar las herramientas gratuitas ofrecidas por Google. El intento de integrar Google en el Outlook ha sido en muchas ocasiones una fuente de problemas y errores.

Resumiendo se puede decir que antes de integrar un sistema de intercambio y sincronización de datos en una empresa es recomendable consultar con su empresa de TI de confianza para preparar un diagrama de conexiones, un inventario de dispositivos y software disponible y un cálculo aproximado del coste con el que hay que contar para conseguir un rendimiento óptimo.